sábado, 3 de enero de 2009

La hora de las brujas


Son las 3:15 am, la hora de las brujas. Talvez tome ésta noche una escoba voladora y viaje de regreso a tí, a través de un mar durmiente de zafiros parpadeantes y nubes traslúcidas que rodean a una luna que no conoce el sueño, y que brilla cada segundo más intenso que el pasado.
Entraré suavemente por la ventana de tu cuarto y me acercaré a tí. Lento, muy lento mientras duermes profundamente, pero descuida, mis intenciones no son malvadas, ya que llevo anhelando éste momento tanto tiempo. Tanto tiempo queriendo ser el viento que respiras, queriendo ser tu sombra vagabunda, tu estrella observada, tu guardián entre el centeno. Tanto tiempo queriendo ser tu viaje sin fin.
Tomaré tu mano. Te besaré lentamente y te abrazaré. Y mientras te beso la frente, me introduciré delicadamente en tu subconciente. Nadaré por tus pensamientos y ahí, justo en tus sueños, me alojaré. Seré tu memoria indeleble y cada noche haré de tu dormir un recuerdo mío. Y cuando despiertes sabrás que alguien estuvo esa noche ahí contigo. Fue un bandido nocturno, disfrazado del viento que pasó de visita solo para susurrarte al oído aquellas palabras que con su eco conjuran a las brujas y a los invasores de sueños día tras día, noche tras noche.

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