domingo, 7 de febrero de 2010

Pistas sobre la verdad

Porque puede que bien sea eso lo único que podamos asimilar sobre la verdad: Pistas.
¿Crees que existe algo absoluto, algo irrefutable que está esperando a ser descubierto? Claro que no.
Toda esa gente allá afuera, que viene y que va y que no vale la pena y que vive con sonrisas torcidas creyendo ser feliz, creyendo estar acompañada cuando parchan su soledad con entes más débiles, como sanguijuelas alimentándose de otros, demostrando la más desesperada de las soledades en un intento fútil por tratar de llevar la insoportable carga que les representa existir. Y que juegan sus palabras con astucia, malabarean con su retórica intentando justificar el porqué de su éxtasis y el porqué no de sus tragedias. Sobra evidencia para decir que las calles que recorrí y que conocí se encuentran ya repletas de ladrillos rotos y polvo, las cuales hablan más fuerte que lo que tus frases débiles alguna vez dirán. 


Puedes asimilar esto también: Deja de creer en las personas. Es erróneo creer que la gente puede y tiene que hacerte feliz de alguna manera. Te olvidas que si esa gente te puede hacer feliz, también te puede hacer infeliz. ¿Entonces qué queda? Encontrar eso que haga feliz sólo a ti, sin necesidad de intermediarios. Encontrar el motivo para escribir estas líneas. Porque al final sólo quedas tú. Y nada más tú.


Pero otra vez me encuentro con tu paso temblante y tu miedo a llorar. Tus huellas en la nieve son pista suficiente para saber que el rumbo lo has perdido, que la tristeza aguarda escondida en el más profundo de tus armarios y que estás muy, pero muy lejos de casa, Caperucita.