viernes, 7 de julio de 2017

New Heaven


No he dormido en 36 horas. Es sorprendente la cantidad de cosas que puedes hacer si tomas tus horas de sueño y las transformas en horas productivas.

Ahora, en el vuelo de regreso mientras giramos y giramos a diez mil pies de altura sobre el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, incapaces de tomar tierra debido al congestionamiento en las pistas de aterrizaje (puta madre, hasta aquí hay tráfico) hago un breve recuento de las actividades que desempeñé con estoico postín clasemediero en este día y medio que llevo sin cerrar los ojos.

Levantarme, bañarme, ingerir un intento de desayuno saludable (omelette de espinacas y champiñones, inundado en aceite), correr -siempre tarde- a la casaoficina ubicada en Saltillo número 9 de la inmamable Condesa e instalarse con un brinco y de nalgas en la silla reclinable cuyo descansabrazos derecho ha sido reducido a no más que un montón de hule espuma.

Las doce horas siguientes se irán gastando sin orden específico en las siguientes tareas: editar videos de recetas de pasteles, de modelos sudamericanos usando ropa ridícula y pretenciosa. Ensamblar fragmentos de material sin contexto o narrativa en lo absoluto, intentando desesperadamente entregar algo por que pase por "contenido" para canales de Youtube de hijos pubertos de empresarios multimillonarios, los cuales bajo el esquema de una campaña de movilización social, terminarán por anunciar cerveza o zapatos o coches, artificio de una mafia del marketing diseñada a hacer pensar a la gente que queremos ser como cualquier imbécil que nos pongan frente a un lente. Hacer fila en la fonda de la esquina para poder tener el derecho de pedir consomé, arroz (el mío con un huevo estrellado encima, por favor), enchiladas verdes de pollo -con todo- y tu Bocadín® de postre. Pedirle un cigarro a tu amigo El Cubo, pedir un $300 de perico a El Bachas, esperar al perico, recibir el perico, inhalarlo, correr al OXXO por chelas, correr al OXXO por un Black & White, hacer tragos para todos los del departamento de post-producción, pedir más perico, inhalarlo, seguir editando bodas y conferencias de las 100 mujeres más poderosas según Forbes, seguir bebiendo y escurrir las horas con tus amigos entre risas e historias de conflicto hasta que sean las 3 de la mañana para regresar a casa, hacer maletas y manejar al aeropuerto.

Aterrizar en Fort Lauderdale. Tomar un Uber que te deje en la UPS Store ubicada en 1951 NW 7th Ave #16 y recoger un paquete con cuatro pilas para cámara RED. Caminar tres cuadras al Wendy’s más cercano, desayunar y colgarse del Wi-Fi para nuevamente pedir un Uber que nos llevará al Spa japonés más cercano, el New Asian Heaven Massage.

-Hi, I would like some information about the different kind of massages and services you offer, as well as the prices.-
-Yes, massage.-
-Ok, I want a 1-hour massage, onegai.-

Minutos después, mientras la joven Aiko frota mi verga con un aceite caliente -quizá demasiado caliente- y acaricia mi glande con sus dedos en movimientos circulares orgásmicos, habría de enterarme que este Spa apenas tiene dos meses de operación ya que el anterior Asian Heaven Massage fue obligado a clausurar cuando un político local se vio envuelto en un escándalo de adulterio y desvío de recursos. El orden de los factores no alteró el producto.

-So this is the New Heaven, the other one was just "Heaven".-

Y fue ahí, en la Florida Republicana Levantamuros de Trump, donde finalmente pensé: tal vez de eso se trate el nuevo Cielo. Un paraíso radicalmente nuevo en el que nuestros vicios y prioridades ya no son las de antes. La promesa ha cambiado por completo, intentando ponerse al corriente con el Siglo XXI. Ahora nos vale madre la vida eterna, la felicidad absoluta nos genera una hueva inconmensurable.

No queremos paz, ni serenidad, ni sabiduría, ni amor. Buscamos ruido, sordidez y exceso. Una generación Copo de Nieve demasiado frágil, especial y única para aceptar la autocrítica, condicionada a una gratificación tan inmediata que cualquier cosa que demanda más de cinco minutos de enfoque se considera aburrido. Pero nos unimos a la masturbación intelectual de diseñadores gráficos y artistas plásticos, pintores que escupen en un lienzo y cobran $350,000 pesos. Rodeándonos de fraudes igual de perdidos que nosotros que llamamos amigos mientras aportamos nuestro granito de arena para destruir la cultura audiovisual con la basura que exportamos y nos consolamos diciendo ”de algo tenemos que comer” para amainar nuestra soledad y desesperación mientras succionamos drogas que nos adormecen y nos despabilan a placer al mismo tiempo que rogamos, GRITAMOS por atención en una pantalla y pagamos a inmigrantes ilegales asiáticas por migajas de afecto sin sentir un gramo de culpa.

Welcome to Paradise.

De regreso en el Boeing 747. De regreso de Miami en el presente del que siento como si nunca podré desprenderme. Atrapado en una insólita realidad que amenaza con jamás transformarse en futuro. Y aunque en el horizonte puedo ver el sol estirando sus últimos dedos de luz, siento como si al atardecer sólo le siguiera más día, y el día - las 36 horas que parecen no terminar jamás- y yo, sobrevolando en círculos, intentando aterrizar.