jueves, 29 de abril de 2010

Lunar

Hemos visto al mismísimo tiempo crecer.
Nos dio ventaja, nos dejó ganar en su juego.
Pero presa de sus propios trucos y encantos
Se volvió añejo y corpóreo.
E incrédulos, pasamos nuestros dedos curiosos por sus arrugas.
Por su mirada cansada, por sus cabellos plateados. 
Y nos dedicó una melodía a luces apagadas:
El son de las noches sin sueño 
Y la sonrisa de dientes ausentes que esbozó
Cuando nuestros labios cayeron en el mismo lugar.

Estoy atrapado en la simetría de nuestras voces.
Perdido en el calor de tu piel.
Conjuro las tazas de café, las manipulo para que no cesen.
Historias del lado de acá, del lado de allá y de otros lados que rondan como fantasmas tímidos,
Se asoman, se camuflan en silencio.
Y te las cuento cada una al oído, en susurros deseosos.
Sigo pendiente de tus mil reflejos.
Me hacen tanto bien. 

Le gritamos a ese globo desconsiderado que decidió escapar de nuestro agarre.
Pero se atoró entre las ramas, su huida fue frustrada. 
Le imploramos que bajara.
Se negó pero terminó cediendo,
Siempre tan rebelde, tan alterante.
Pero la tarde se tornó obscura, el viento embistió con fuerza y tuvimos que volver.
De vuelta a nuestro refugio, a las entrañas del bosque.

Y ahí, hice un trato con la luna:
No ceses tu brillo.
No contengas tu fulgor.
No vayas a la cama.
No dejes que esta pieza termine.

domingo, 25 de abril de 2010

El Tiempo Postergado

Vienen días más duros.
El tiempo postergado hasta nueva orden
se hace visible en el horizonte.
Pronto debes atar tu zapato
y seguir a los perros de vuelta a las granjas del pantano.
Pues las entrañas de los peces
se han vuelto frías en el viento.
Débil brilla la luz de los lupinos.
Tu mirada traza en la niebla:
El tiempo postergado hasta nueva orden
se hace visible en el horizonte.

Al otro lado la amada se hunde en la arena,
ya asciende hacia su ondeante cabello,
cae en sus palabras,
le ordena silencio,
la descubre mortal
y dispuesta a la partida
tras cada abrazo.

No mires atrás.
Ata tus zapatos.
Sigue a los perros de vuelta.
Tira los peces al mar.
¡Apaga los lupinos!

Vienen días más duros.


-Ingeborg Bachmann. 
Autora y escritora austriaca. 
(Traducción del poema Die Gestundete Zeit)

domingo, 11 de abril de 2010

Tus mil reflejos (traducción)

El otro día Nina llamó, directo desde Canadá.
No había sabido de ella en un rato, realmente no la extrañaba.
No quiero sonar grosero, sé que le estaba yendo bien.
Siempre le había ido bien.
En fin, ella me preguntó: "Félix, ¿cómo están las cosas por allá?"
Había visto en las noticias sobre la inseguridad.
Sobre las muertes, sobre la corrupción y sobre el miedo al cual, desafortunadamente nos hemos acostumbrado.
Pero ella sonó tan ajena, tan desinteresada, como si nunca hubiera vivido aquí en lo absoluto.
Casi como si presumiera de su situación. Apuntando con su dedo perfecto y su mueca maliciosa.
No recuerdo qué le conteste. Probablemente dije que no era tan malo.

Ella sembró dudas, sin embargo, que me dejaron pensando.

Podríamos bien estar todos malditos.
No es el mal de este o de aquel país
Sino la epidemia de un mundo entero.
Podríamos estar tan envenenados que ni siquiera nos hemos dado cuenta.
Enfermos de desconfianza, enfermos de indiferencia.
Enfermos de hipocresía y celos y frustración.
Y frecuentemente me pregunto: ¿Dónde están los especialistas?
¿Cuál es el punto en tener a todos esos políticos y abogados y doctores e ingenieros si ni siquiera pueden hacer el cambio más mínimo?
Ellos no son la cura, ¿por qué seguimos confiando, siguiéndolos si están igualmente perdidos?
Pero en estos tiempos tan dolorosos sería imprudente pedir cordura.
Todos están confundidos, todos están afectados. Y nos prendemos de nosotros mismos, nos prendemos de gente a quién amar, pero la sociedad nos considera egoístas, envidiosos, hedonistas y superficiales. Y bajo estos preceptos uno sólo puede esperar perder. No hay vuelta correcta, no hay escape del juicio.

Sin embargo, a veces creo que todos han encontrado a sus compañeros de culpa. Es gracioso.
No los culpo por hacerlo, de hecho, tendré que unirme al club eventualmente y confesar pese a la posibilidad de ser marcado un cínico.
Me gustas. Realmente creo que me gustas.
A veces creo que también podría yo gustarte.
Disfruto verte reír y me gusta pensar que es principalmente debido a mí.
Pensamientos azarosos de que podría haber felicidad dentro de nosotros, esperando a ser descubierta, se asoman por mi mente.
Pero hay días en que te siento tan distante y sólo puedo ver la sombra de tu sombra.
Tu mirada es tan tenue que se escapa del roce de la punta de mis dedos y no me atrevo a acercarme.
No te quiero asustar con mis intentos sospechosos.
Y me siento a lo lejos y continuamente miro hacia tu lado, tratando, tocando a distancia.
Quizá algún día te pida unirme a tu juego de espejos.
Quiero compartir mi taza de café contigo tan desesperadamente pero tengo miedo de perderte en tus mil reflejos.
Uno de los dos siendo malentendido.

Una vez vi a un tipo de mediana edad a mitad de la calle.
Era una tarde opaca de domingo repleta de polvo y silencio y nubes destrozadas por el viento.
Traía guantes, tenía un letrero de 'ALTO' en sus manos, casco puesto.
Pero no era un oficial de transito.
Él pretendía ser un oficial de transito y por eso la gente le temía.
Creían que estaba loco.
Esto no pasó en la ciudad. Sucedió allá en casa.
Mi papá me dijo que él no debería hacer eso, que no era necesario.
Ya había un letrero de 'ALTO' en la calle.
Y yo le dije: "Papá, mucha gente tiene empleos ficticios. Creo que este es bastante inofensivo."
No estuvo satisfecho. Levantó una ceja mientras pasamos a su lado con el coche.
Nadie le había pedido a este señor que hiciera lo que estaba haciendo. Es por eso que deduzco que era feliz en su manera peculiar, contribuyendo con su (no solicitado) servicio a la comunidad.
Pero teníamos que joderlo todo otra vez.
Levantando nuestras manos, apuntando con nuestros dedos, dejando nuestras lenguas correr libremente.
No soportamos ver a alguien sonreír, tenemos que aplastar sus fantasías y hacerlos reaccionar:

'¡Despierta! ¡Suficiente de este sueño! Abre los ojos al mundo real. Aquí no tenemos razones para sonreír, sólo lloramos y nos quejamos. Únetenos, idiota. Con el tiempo verás que es lo mejor. No podemos darnos el lujo de tener inadaptados, es mejor si nos ayudas a matar toda esperanza. Necesitamos más tristeza, no es suficiente con la que tenemos. Pronto estarás tan enfermo y tan sano como nosotros y nos agradecerás. Ahora firma aquí y vete, camina por esas puertas giratorias que te escupirán de vuelta aquí para siempre. ¡Y hazlo rápido!

Pero no recuerdo esas puertas eternas. No siempre estuvieron ahí.
Definitivamente no siempre estuvieron ahí.

lunes, 5 de abril de 2010

Seven simple rules for life in hiding

One: Never trust a cop in a raincoat.
Two: Beware of enthusiasm and of love. Each is temporary and quick to sway.
Three: When asked if you care about the world's problems, look deep into the eyes of he who asks. He will not ask you again.
Numer four and five: Never give your real name. And if ever told to look at yourself, never look.
Six: Never say or do anything the person standing in front of you can not understand.
And seven: Never create anything. It will be misinterpreted. It will chain you and follow you for the rest of your life. And it will never change.

De la película 'I'm Not There.' (2007)
Escrita por Todd Haynes y Oren Roverman