domingo, 20 de noviembre de 2011

You're dumbstruck, baby

Con eso de que Bret Easton Ellis utilizó "Racing Like A Pro" de The National en su más reciente libro, Imperial Bedrooms, aprovecho para poner unas líneas en honor de esta gran banda. Misma canción:

Your mind is racing like a pro now
Oh my god, it doesn't mean a lot to you
One time you were a glowing young ruffian.
Oh my god, it was a million years ago.


You're dumbstruck, baby.
You're dumbstuck, baby, now you know.


No he leído nada del Sr. Ellis. Sin duda estaría bueno empezar a conocer su obra.

lunes, 7 de noviembre de 2011

La prodigiosa diferencia

"Todas las familias felices se parecen entre sí; pero las infelices son desgraciadas en su propia manera."

-Leon Tolstoi (1828-1910)
Novelista ruso, autor de célebres obras como Guerra y Paz Anna Karenina.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Recordando a..


Jesús muere, muere, y ya va dejando la vida, cuando de pronto el cielo se abre de par en par por encima de su cabeza, y Dios aparece, y su voz resuena por toda la tierra diciendo:
"Tú eres mi Hijo muy amado, en ti pongo toda mi complacencia."
Entonces comprendió Jesús que vino traído al engaño como se lleva al cordero al sacrificio, que su vida fue trazada desde el principio de los principios para morir así, y, trayéndole la memoria el río de sangre y de sufrimiento que de su lado nacerá e inundará toda la tierra, clamó al cielo abierto donde Dios sonreía.
"Hombres, perdonadle, porque él no sabe lo que hace."


-José Saramago (1922- 2010)
Escritor, poeta, novelista y dramaturgo portugués. En El Evangelio Según Jesucristo.

viernes, 14 de octubre de 2011

Laura, la espléndida puta de tiempo completo.

Cuando Félix leyó aquellas palabras hermosas que parecían bañadas en oro, resplandecientes, acompañadas de una comparsa de trompetas celestiales y un coro de ángeles, creyó que iba a llorar. Era una frase que había pensado decir en algún punto de su vida, aunque fuese una vez, mas nunca recibir y menos en un momento en el que caería como oxígeno puro para unos pulmones casi colapsados. Sumaban ya cinco meses de asquerosa y cruel, horrible, horrible sequía.

-¿Cuando vaya para allá en vacaciones no quieres hacerlo... por los viejos tiempos?-

Las cosas ciertamente no habían cambiado mucho para Félix después de la preparatoria. Ninguno de los Coby se había ido a estudiar a Monterrey como habían jurado pero no importó mucho. Tenía rato que la amistad se había enfriado. Todos habían inventado nuevas amistades en sus respectivas universidades; Jorge repentinamente se había hecho íntimo compañero de una tipa que había estudiando con ellos doce años en el Colegio Jesuita pero a la que nunca antes le habían hablado. Miguel logró reunir un pequeño grupo de camaradas en la universidad pública a la que entró pero no habían sido del agrado de Daniel, el único que aguantó estoico casi dos meses sin amigos. La gente lo veía deambular de aquí para allá, solo casi siempre, preguntándose qué había sido de aquel muchacho tan sociable y apartemente popular del Colegio. De Ricardo nadie sabía nada. Por semanas solo habían escuchado murmullos de sus andadas y el grupo asumió que había estado demasiado ocupado con su otro grupo de amigos, Los Caracoles Salvajes.

Desgraciadamente Félix tampoco presentaba ninguna actualización. Había entrado a estudiar medicina a la universidad más culera del estado en un arranque de devoción extrema y altruismo puro pero en el fondo seguía igual de confundido de lo que se había mostrado durante el bachillerato. La duda no lo dejó tranquilo un segundo y por seis meses no lo haría, hasta que una mañana de diciembre sería demasiado evidente para todos que ese estudiante que llegaba crudo al anfiteatro los sábados a las siete de la mañana a realizar las disecciones, que dedicaba sus noches a espiar películas en vez de estampar la cara en los libros de Histología, Embriología o Fisiología, que volaba balones en las retas de futbol o tocaba la guitarra en la biblioteca en vez de estudiar durante las horas libres, no tenía madera de doctor.

Los Coby ya casi no se juntaban los fines de semana y cuando lo hacían, los planes incluían algún antro o fiesta mamona, de esas que Félix odiaba, lo cual por un tiempo lo mantuvo en casa los viernes y sábados, inventando nuevas formas de eludir sus responsabilidades de médico en formación. Las cosas ciertamente no habían cambiado mucho para Félix después de la preparatoria. Laura había sido el único cambio significativo.

Ahora era él un hombre libre. Después de casi dos años y medio de asfixiante y empalagoso romance se volvía a codear con la gente normal, sensata, que no andaba con promesas ridículas de algo que ni siquiera terminaba de comprender, como lo era el amor. Ahora Félix respiraba un aire que sabía más fresco. Los colores se veían más brillantes y el mundo se sentía como lugar bastante agradable para existir. Asimismo, parecía que la gente normal lo había recibido de vuelta con brazos abiertos, feliz de contar con un integrante resurgido entre sus filas, hombro con hombre con el hijo pródigo, el hermano que estaba muerto y había vuelto a la vida, estaba perdido y había sido hallado. Nunca lo dijeron pero los Coby fueron los más agradecidos de la separación y habrían de aprovechar cualquier oportunidad posterior para traer el tema durante las pedas caseras.

-No mames, güey, cuando andabas con Laura eras un pinche mandilón- diría Daniel.
-Tenía 15 años, cabrón.- intentaría justificarse.
-Deja tú lo mandilón. Estabas enfermo, pinche loco, te emputabas con cada persona que la volteara a ver. Estabas loco, güey.- agregaría Jorge.
-Sí es cierto, eras bien celoso, ya no me acordaba... - opinaría tímidamente Miguel.

Y es que aunque pareciera lejano, en el fondo tanto Félix como Miguel tenían muy presente cómo Laura y el susodicho habían tenido sus queveres. Fue en un puente de febrero cuando Tania armó una fiesta en su casa para el reencuentro de los antiguos compañeros. Siendo motivo de festejo nacional lógicamente los universitarios dejarían a un lado sus increíblemente arduas labores de estudio para descansar un poco y en el caso de los foráneos, para regresar al lecho materno y ciudad natal. Este sería el caso de Laura, para quien las cosas, no obstante, habían cambiado de forma grosera y absoluta.

Para empezar ella se había ido a estudiar a Monterrey. Se decidió por Derecho, su inexplicable carrera de ensueño. Primero vivió con sus tíos unos meses en San Nicolás de los Garza, hasta que éstos se divorciaron y tuvo que buscar un nuevo hogar. Después, rentó un pequeño departamento con unas amigas de la Facultad con las que intentaría parchar el dolor que le había provocado abandonar a sus, de por sí, pocas, amistades allá en el puerto. Había dejado atrás a su familia y a su novio, se sentía sola y triste y lo peor, todos los días se veía forzada a comer atún y galletas pues no cocinaba ni en defensa propia. El desconsuelo se escondía detrás de cada esquina esperando el momento perfecto para atacar durante la devastadora vulnerabilidad. Y finalmente, durante el puente del 16 de septiembre, tres meses después de haber salido de la escuela, en un restaurante de comida italiana muy romántico, Félix diría las palabras mágicas que completarían la tragedia griega:

-Creo que deberíamos cortar...-

Estaba claro que los puentes no eran el mero mole de Laura. Después del penoso incidente, las cosas habrían de dar otro giro radical para Laura. Los cambios se dejaron venir como avalancha. Empezó a beber mucho y muy seguido. Faltaba a la escuela. Fumó marihuana por primera vez en su vida. Los antros y bares se convirtieron en su válvula de escape. La desolación fue muy grande para superarla sola, así que tuvo que compartirla con algunos hombres. Primero, con un chavo de su universidad con el que duró casi tres semanas. Luego un par de contactos fugares. Para las vacaciones de invierno, cuando le ofreció su propuesta indecorosa a Félix, ya era otra. En febrero, en un arranque de furia borracha le haría sexo oral a Miguel en la cocina de la casa de Tania. Después, llegó el intercambio estudiantil a Francia y, oh mon amour, ¡qué feliz fue Laura! Siendo de todos y de nadie. El discreto encanto de la putería.

Pero el júbilo de Félix sería mucho más fugaz, ya que antes de romper las cadenas de su noviazgo habría de cruzar caminos con Natalia, una chica bisexual de otra escuela, una generación abajo que había sido novia de Lorena. Los dos empezarían coqueteos pese a que ambos mantenían cierta relación con sus otros respectivos. Se besaron en una fiesta y fajaron en un carro afuera de casa de Natalia. Ese prestigioso cosquilleo volvió al estómago de Félix después de años de no aparecerse. No obstante, Natalia se sentía culpable por alterar su relación. Félix no. Sabía que esa relación estaba perdida.

Septiembre llegó y Laura lloró en el restaurante de comida italiano muy romántico y conforme el otoño se adentró en los pasillos de la Facultad de Medicina, Félix fue confirmando que realmente sentía algo abrumador por Natalia. Durante un lapso muy breve todo fue glorioso. Iban juntos al café, a cenar, a fiestas. Ella lo visitaba con su grupo de amigas, el cual tuvo mucha química con los amigos de Félix (incluso uno de ellos, Alberto, terminaría cogiendo con Zayra, mejor amiga de la intermediaria).Alberto fue el brazo derecho de Félix durante su semestre altruista. Sabía todo respecto a Laura y a Natalia, y fue el primero en enterarse cuando Lorena llamó a su antigua amante para considerar regresar y marcó el fin de algo que nunca empezó siquiera.

-Sabía que era demasiado bueno para ser cierto. Estoy casi seguro de que ya me acabé toda la suerte que me quedaba para el resto del año.-
-¿Por qué lo dices?-
- Por Laura. Cortar fue lo mejor que me pudo haber pasado pero debí haber sabido que las cosas buenas vienen en dosis moderadas.. como los medicamentos.-

La pasión por la ciencia se le iba acabando y poco a poco, también la felicidad se le fue drenando. Para diciembre le había perdido ganas a todo; a la carrera, a los vínculos afectivos, a sus amigos de la prepa que estaban muy ocupados haciendo nuevos amigos. Hasta que sucedió. Un día por MSN Messenger, Laura se conectó y después de unos minutos de charla intrascendente, soltó la majestuosa proposición:

-¿Cuando vaya para allá en vacaciones no quieres hacerlo... por los viejos tiempos?-

Iluso, jamás se vio venir la trampa, la cual cayó entrando en diciembre, justo en el momento en que Natalia empezaba a dudar en lo que realmente sentía por Lorena. Justo cuando un fin de semana yendo al Centro de la ciudad para reparar una vieja cámara análoga que Félix había comprado en un bazar de antigüedades, se tomaron de la mano. Y al despedirse, sus labios se encontraron en la obscuridad. Y aún así, marcado por el miedo y la decepción de la historia pasada, él habría de aceptar ingenuamente la trampa que Laura confeccionaba con las infalibles mieles del sexo.

Cogieron la primera vez dentro de un armario de casa de Laura. Después, en una fiesta. Luego en el carro. Y cuando la confianza había alcanzado niveles peligrosos, se le hizo buena idea contarle de sus planes con Natalia, en un intento de dejar bien claro que sólo estaban pasándosela bien, como en los viejos tiempos. 

GRAVE ERROR. Laura se indignó por tratarse de "una de sus mejores amigas" (curiosamente siempre se había expresado mal de ella durante la prepa). Pero su despecho no paró ahí. Se encargó de que Lorena se enterara detalle a detalle lo que había pasado entre los dos bajo sus narices. La amante, devastada, arremetió contra Félix. El sueño terminó y Félix, emputadísimo, arremetió brutalmente contra su antigua flama. No se volvieron a encontrar hasta febrero en casa de Tania. Félix la ignoró toda la noche. Laura se puso la peda del siglo e hizo un espectáculo melodramático sobre su insufrible situación. Pese a todo lo que había pasado, Félix se sintió de alguna forma en deuda y trató de ayudarla pero al intentar calmarla, Laura reaccionó violentamente y rechazó todo aliento. Él se largó de la fiesta, dejándola a su suerte. Ella le hizo sexo oral a Miguel y Jorge, sin querer, los descubrió. Se retiró a dormir y después Laura intentó seducirlo en la cama.

-Espero que no pienses mal de mí, Jorge...- le dijo, recorriendo sus dedos por la espalda y cabello del testigo inoportuno, y Jorge, por asco más que nada, se retiró a dormir en otro cuarto.

Todo se supo al día siguiente. La cruda moral persiguió de diferentes formas a los dos lujuriosos. Miguel llamó a su amigo para invitarle un café y contarle lo sucedido, pidiéndole perdón entre líneas. La tensión entre los ex escaló niveles inesperados. Se borraron de todo contacto, de cualquier rastro de cordialidad, de cualquier recuerdo agradable, de toda escena de felicidad alguna vez protagonizada por los dos. En julio, Laura emigró a tierras galas donde buscaría la estabilidad emocional pero habría de fallar miserablemente, nadando una y otra vez hasta el cansancio en falacias de amor.

De enero a junio Félix anduvo más seco que un charal. Ni su perro parecía mostrarle afecto. Había abandonado medicina para esperar una segunda oportunidad. No podía hacer más que esperar; esperar que fueran fechas de exámenes de admisión. Esperar a que las piezas lanzadas al aire embonaran misteriosamente por sí solas. El 2008 había arrancado con una triste sensación estática. Félix se sentía alejado de todos, sin nadie con quien realmente platicar. Los Coby habían desaparecido. Alberto había desaparecido. Natalia... incluso Laura era ya inalcanzable. Tenía un sabor a fracaso atrapado en la lengua. No supo hacer nada mas que encerrarse por días en su cuarto, devorando filmes, llorando en silencio por las noches mientras se quedaba dormido escribiendo confesiones.

Poco a poco, a través del acto los buenos giros se fueron acercando. Consiguió un trabajo breve en una pizzeria de la colonia, lo que lo ayudó a despejarse. Formó una banda con Diego y Paco, amigos contemporáneos de otro bachillerato con quienes desde el inicio sintió afinidad musical. Encontró en ese nuevo grupo un hogar temporal y las cuatro paredes en las que se reunían casi diario a ensayar se convirtieron en un lugar sagrado, un santuario donde compartieron más de lo que alguna vez se percataron.

En marzo tomó un autobús a la Ciudad de México y presentó el examen para entrar a la Universidad Nacional y en junio recibió la noticia de que había sido aceptado.Y después de medio año de aridez, Ximena comenzó a fijarse en él. Estuvieron saliendo tres semanas antes de que abandonara la ciudad. Se gustaron. Se sintieron cerca. Pero el tiempo inestable siguió avanzando y Félix tuvo que emigrar. Meses después de haber llegado al Distrito Federal siguió pensando en ella.

¿Por qué no nos acercamos antes? ¿Por qué putas tuvo que ser tan tarde? 
Siempre estamos llegando tarde a todos lados. Siempre corriendo. Siempre diciendo adiós. 
¿Seremos acaso tan inevitables? Nos acercamos, nos tocamos con la punta de los dedos, el roce más ligero, sombra con sombra únicamente para disolvernos. El más cruel de los procesos.

Entonces, un día de septiembre bajo la tempestad de la lluvia y el smog, llegó Sofía. Y retumbó en el cerebro de Félix incesantemente lo que llegaría a ser la Teoría de la Sequía y la Abundancia. Empezó a llevar sus experiencias personales a planos científicos, formas comprobables y aplicables a todo el mundo, como si estuviéramos de alguna forma encerrados por las mismas verdades.

Paso 1. Al universo de repente le caes bien e inexplicablemente todo el mundo quiere contigo (Abundancia).
Paso 2. Te consigues una novia y pueden suceder una de dos:
a) Todas siguen queriendo contigo pero no puedes hacer nada porque tienes novia, o:
b) Te vale madre y no desperdicias la racha, le pones el cuerno.
Paso 3. Cualquiera que sea el paso elegido anterior, inevitablemente por desaprovechar (o por querer pasarte de listo) te quedas solo. El mundo es un lugar imperfecto. Nadie te pela y estás condenado a deambular meses enteros más seco que el desierto del Atacama (Sequía) hasta que un día...
Paso 4. Sin razón ni motivo vuelves a andar on fire. Todas se mueren por ti, y con un ego hasta el cielo y confiado de tus posibilidades decides andar con alguna de las afortunadas.
Paso 5. Las nubes son arrastradas por el viento, tu diluvio termina y vez acercarse al sol. Repítase hasta la eternidad.

La Teoría de la Sequía y la Abundancia. Nadie se salva de ella.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Vamos a improvisar

Vamos a improvisar:
Tú serás un ave de alto vuelo,
yo seré un barco de velas rotas.
Tú serás la incertidumbre andante,
Yo seré el desidio voluntario.
Seremos niños jugando a crecer.
Mientras nos acercamos a través de las palabras,
las voces, los botones.
Seremos la duda preocupona disfrazada.
Como niños jugando a crecer.

Pero sabremos que cuando el mundo tembló
y empezó a romperse hasta nuestra más pequeña fragilidad
Desde lo alto, donde coluden las nubes
sonamos como un grito, una epifanía.
Y sabremos que quizá quiera decir
que esperamos lo suficiente.

Algún arte en la espontaneidad,
algún arte en la lentitud.
La desesperación del tiempo
y las informalidades de escena.

jueves, 4 de agosto de 2011

Pasos en la azotea

Tengo ganas de mentir
y de decir que todo va bien.
Que la lluvia no moja cuando uno sale a la calle,
que los vagones del metro viajan vacíos a partir de las 5.
Tengo ganas de aceptar
y pasar la lengua por los labios menos insensatos.
Que el café quita el sueño y que sin sueños la vida no sabe.
Que muero de ganas de que existas y que no sé siquiera quién eres.
Tengo ganas de tener ganas,
de añorar vorazmente otra vez
y que cuando oigamos pasos en la azotea
no sepamos qué hacer;
si reír o llorar,
o temblar de miedo.
Ante lo inminente y enorme y monstruoso
y hermoso y triste e inevitable
que es el amor.

miércoles, 13 de julio de 2011

A Room With Stuff

It came as a sudden realization the kind of things I pile up in those four walls I've come to call my own.
It's just a room filled with stuff.
Some days, meaningless.
Some days, so heavy, absurdly drenched in value.
It has a regular bed with regular sheets (which are never in their right place) and a regular, humble pillow with a regular, humble pillowcase.
A modest, white wooden closet with perhaps too much space for the clothes I carry around.
There's also a dusty carpet in all its grayness ridden with the smell of troubled sleep.
And coffee.
And old books lying on the floor.
There are a lot of empty spaces to fill.
The nights come and go and the moonlight sometimes sneaks through the blinds,
From the lonely window up to the corner where I lie down and close my eyes.
The same corner where Sophie and I used to close our eyes at the same time,
where we would rehearse old crimes,
where we would complete beautiful circles.
And then there's this cardboard box loaded with stupid souvenirs
Like photographs with letters written in the back, and chess badges, and old concert tickets.
A broken camcorder and a few casettes with images of a younger me.
I've locked them all away.
I've sealed them in that forbidden container.
And turned off the lights.
And tried to get some rest.
But I can't seem to understand why this place resonates with so much.
And every breeze feels like a ghost coming back to haunt this memory-mined territory.
Why, if at the end of the day,
it's just a room with stuff.


domingo, 19 de junio de 2011

El ático del Universo




Félix tomó todos sus miedos:
sus angustias,
su atroz desesperación
y su sed por cosas nuevas.
Escribió una carta, 
leyó un libro, vio una película.
Tomó muchas tazas de café, 
fumó mucho, bebió mucho,
fumó mucho, lloró mucho,
caminó mucho, oyó mucho,
durmió mucho, durmió poco, 
rió poco, habló poco, 
sonrió poco, se distrajo un poco,
viajó otro poco, cambió un poco,
miró un poco, intentó un poco, 
se tomó a sí mismo con ligereza, un poco, 
y del mundo que lo rodea, se burló un poco...
quizá más.

Agarró todo eso que nubla y que dificulta y que duele muchas veces
y lo encerró en el ático del universo
de su mente intranquila de dos filos.
Y se sentó en una de las sillas de la mesa que alguno de los inquilinos había donado a la vecindad.
Era un jueves inerte del mes de julio y hacía frío en la tierra debajo del cielo.
Acababa de llover.

martes, 31 de mayo de 2011

Goodbye, Blue Monday!

Dwayne was silent for a while. And then he told her haltingly about a trip he had made to the headquarters of the Pontiac Division of General Motors at Pontiac, Michigan, only three months after his wife ate Drano.

“We were given a tour of all the research facilities”, he said. The thing that impressed him most, he said, was a series of laboratories and out-of-doors test areas where various parts of automobiles and even entire automobiles were destroyed. Pontiac scientists set upholstery on fire, threw gravel at windshields, snapped crankshafts and driveshafts, staged head-on collisions, tore gearshift levers out by the roots, ran engines at high speeds with almost no lubrication, opened and closed glove compartment doors a hundred times a minute for days, cooled dashboard clocks to within a few degrees of absolute zero, and so on.

“Everything you’re not supposed to do to a car, they did to a car,” Dwayne said to Francine. “And I’ll never forget the sign on the front door of the building where all that torture went on.” Here was the sign Dwayne described to Francine:


"I saw that sign," said Dwayne, "and I couldn't help wondering if that was what God put me on Earth for - to find out how much a man could take without breaking."

-Kurt Vonnegut (1922-2007)
Novelista norteamericano. En Breakfast of Champions (1973).

martes, 17 de mayo de 2011

Is tomorrow worth tonight?

I went back to the old neighbourhood.
To the old walks:
The stretched avenues,
the solitaire blocks, the hidden grocery stores,
the small houses showered with leaves.
This was the place where I first lived when I arrived to the city.
This was my first home.
This was the station that saw trains arrive and leave forever.
Somewhere inside there was an apartment building that contained a door,
which hung '303' in rusted steel numbers.
And in its walls, beautiful and hurtful memories lay within.
I don't know why I went there in the first place.
I really don't need another book piled up in my tower.
A tower, that's what I am.
A giant tower of torn out books, covered in dust, trembling, about to fall.
Everything hurts right now, even the slightest things.
And being aware, being too conscious is the worst.
I just feel so lonely.
The afternoon suddenly turned dark,
it started raining fiercely.
But I didn't even take cover. One raindrop fell into my eye.
It blended with my tears.
And I sat down on the sidewalk, unspeakably exhausted.
And asked myself: Is tomorrow worth tonight?

martes, 10 de mayo de 2011

Anthems for two seventeen year-old girls

It's days like these I remember a lot about Juliet.
I remember how we met so randomly, out on a concert by Sigur Rós.
I remember how she was the one that started the conversation.

Those times come to me right when I bring back my first steps in this city.
Strangely, she is always there. Unintentionally. Somehow attached to the memory.

There were so many bars throughout the nights we spend out but our lips had to meet for the first time in the bathroom of this tiny, cheap pizza place which was also a karaoke club.

She was 17, I was 19. She was so cheerful and pretty and reckless, and always so young.
She was always so very young.

But then came Sophie and everything became blurry for a while. 'Cause, you know, things change totally when you find someone like her. She was the first girl I ever loved. And in a way she was this city, which was the first city I loved as well. She was my partner in crime and became all these pieces of situations and moments I would never dare to forget, even though she's long gone.

I miss her terribly, I really do. Sometimes I get the hurtful urge to pick up the phone and dial her number, hoping to hear her voice once again and talk about nothing or everything, I don't know. That's probably all I'd wish. Only to talk to her, just once more.

Sofía, you know, she was also very young. She was 17 too. We both were so fucking young... and stupid.

But Juliet, you know, she never respected that fact. She came on to me constantly even though I refused again and again. Sofía vanished but Juliet stayed in that slippery zone we call friendship. And a lot later, when we found each other in solitude we tried to build back whatever we had before.

We never could. Juliet was never sure, never willing to give everything else up. We then lost track of each other. When we found our ways back, she had changed. She had someone else. And she loved him.

That was pretty much the moment where it hit me. When I realized how inevitable we were and how we all are bound to repeat the process of approaching, touching and dissolving.


Right now I'm going through one of the worst stages I've ever been, a horrible rut. It's not depression (I hope so), it's just loneliness mixed with desperation for new things, not necessarily better things, just different.


People say two opposite things about this:
One of the typical advices is "Chill. Good news will come when you less expect them."
The other one is exactly the other way around: "Nothing's ever going to happen if you don't do anything about it." I've tried to mix them to get the better out of each one.


I calm down, I  take a deep breath, I try to be less demanding with myself and enjoy the ride.
I go out and try harder and harder. Walk away to another plan, move on, run, kill the moonlight, chase the dawn. But nothing seems to work so far. Bad news just keep coming like glaciers.

I haven't seen Juliet in quite a while now. I kinda get this nostalgia for the old Juliet, you know. When I went to California last summer in an attempt to escape the disappointments I saw Broken Social Scene live and finally understood one of their most beautiful songs, which goes something like this:

Used to be the one of the rotten ones
And I liked you for that
Now you're all gone, got your make-up on
And you're not coming back

I know Juliet's not coming back. I know she was one of the rotten ones, just like me. And I know I liked her just for that, for being the most beautiful misfit I've ever seen. Sometimes I think I could have even loved her. And it hurts 'cause I never thought she could. And that's where the other part of the song comes into play:

Park that car, drop that phone,
Sleep on the floor, dream about me
Park that car, drop that phone,
Sleep on the floor, dream about me

It goes over and over. And I can't stop wondering if she would ever or would have ever, done any of those four little things for me. Especially, the last one...

jueves, 21 de abril de 2011

El vals del cambio

Félix se esforzaba tanto en no creer en esa fuerza todopoderosa y romántica que la gente llamaba karma y en la que muchos confiaban para equilibrar la bondad y maldad de las acciones. Según él, la idea era tan fantasiosa y cursi que sencillamente no cabía con el mundo contemporáneo, ya que éste no sólo era irracional y poco afín a fantasías, sino sumamente cruel y nada equitativo.

Sin embargo, conforme se fue adentrando más y más en las entrañas de la Ciudad de México tuvo que confesar su sorpresa al verse de frente ante lo que parecería ser ese ente regulador, juez autopoyético que en otros momentos con suma facilidad hubiera descartado como una nimia coincidencia. Casos como este abundaron, como el día que él y Sofía, a punto de abordar el Metrobús se toparon con un turista belga completamente perdido y lo ayudaron a pagar el boleto y subirse al vagón, así como también le dieron indicaciones (en inglés) para llegar al lugar donde lo habían citado. Dicha acción al parecer se vio reflejada en muestras de solidaridad en casos similares, como cuando Félix constantemente se descubría abrumado por la inmensidad del Distrito y al pedir direcciones a transeúntes al azar éstas, increíblemente, resultaban acertadas.

No obstante, hubo otras escenas donde el fantasma moralista aparentemente dejó caer su venganza despiadada sobre Félix, quien nunca ha estado libre de culpa y frecuentemente cometía actos poco honrosos. Ya sea desde copiar la tarea cinco minutos antes de que empezaran las clases debido a irresponsabilidad nocturna del día anterior o las constantes faltas en el Centro de Revelado Lumiere hacia los pedidos de los clientes, las conductas negativas de Félix repercutieron más temprano que tarde.

Pero principalmente hubo un incidente que él conservaría por un largo tiempo como testigo del misterio kármico. Fue un sábado del mes de octubre cuando Julieta cumplió 18 años y su hermana mayor, Elena, decidió hacerle una fiesta sorpresa (a la cual, por cierto, invitaría casi en su mayoría a sus amigos, no a los de la cumpleañera). Entre tanto preparativo, Julieta le pediría que tocara música en la fiesta, lo que fuera, para reforzar el festejo, a lo que Félix accedería. El conflicto surgiría cuando Félix llegaría a casa de las hermanas con Sofía bajo el brazo. Él había tenido un pasado romántico inconcluso con Julieta lo cual había dejado algunos hilos pendientes. Julieta no se lo vio venir nunca y al parecer, ahogó sus penas en alcohol. Esa noche, Félix no sólo le interpretó el vals del cambio sino que indirectamente le restregó a Julieta que ya tenía una nueva persona en su vida y que el lugar que ella pudo haber ocupado ya estaba tomado.

Años después, cuando Félix y Sofía se declararon la guerra, Julieta seguiría ahí en la escurridiza zona de la amistad, lo cual en un punto común de soltería dio pie a que reiniciaran coqueteos. Pero como podrá advertirse, la brutal lección llego al poco tiempo cuando en una de las típicas fiestas caseras del departamento 204, Julieta llegaría con un tipo bajo el brazo, un tipo tan amable que le resultaría imposible a Félix odiarlo. Se besaron y rieron toda la noche, tal y como Sofía y Félix lo habían hecho años atrás y fue ahí cuando Félix se dio cuenta que eso, fuera lo que fuera esa energía reguladora era una hija de su reputísima madre. Trató de ignorarla unos minutos, debido a que la felicidad ajena puede ser algo tan insoportable, hasta que decidió hacer lo más sensato: Ahogar sus penas en alcohol.

En realidad Félix estaba pasando por una racha tan mala en ese momento que la relación que empezaba a reconstruir con Julieta llegó a representar una puerta hermosa tallada en mármol hacia mejores cosas. De verdad llegó a imaginarse sus movimientos con la joven Julieta a su lado, impetuosa, impredecible. Y aún así, la vida le había barajeado una mano tan culera que rompería su cristal de las expectativas y aunque Félix sabía que no se podía quejar, en un intento de justificación su mente no pudo dejar de hacer eco aquella canción que va:

You're too young, you're never gonna know why it hit me when I felt on in silence. 
No one thinks what I'm doing is the right way forward, you'll see it's not just a dream now.
Oh, you think you know, you don't know.
Oh, you think you know, you don't know.


No, Julieta no sabía el dolor que había causado, así como Félix no pudo mas que suponer cómo en su tiempo él también había lastimado. Nadie supo a tiempo y nadie pudo hacer nada al respecto. Y precisamente por eso, el karma, la vida o lo que fuera cumplió su trabajo, dejando nudos y silencios en el camino mientras sonaba impotentemente, como un grito enorme, infinito, el vals del cambio.

jueves, 7 de abril de 2011

Things that aren't there No.1

My favorite spot back where I grew up: A small and quiet coffee house.
My run down crappy car. My grandfather sold it to some young Chinese marriage. They looked incredibly pleased with it.
Almost all the friends I made during High School.
Pleasant memories about my first girlfriend.
Pleasant memories about my hometown.
Some idea of maturity my family had about me for about three months.
The first apartment I rented which still holds many hurtful and beautiful memories. I still go back to that old, hidden neighborhood every once a while, just to make sure it's still there, even though I'm not.
Some sort of stability.
Answers to getting out of this rut.
Something to chase, in order to live the thrill of it.
And the four walls in which, for a short time, we connected and built and shared more than we ever noticed, and in which we actually dreamed we could make it.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Adiós, Yugoslavia.

Aquí, construiremos nuevos hogares con techos rojos y chimeneas que aniden las cigüeñas. Con puertas abiertas para los invitados. Agradeceremos a la tierra por el alimento y al sol por su calor. Y a los campos por recordarnos el verdor de nuestro hogar. Con pena, dolor y alegría recordamos nuestra tierra al contarles a nuestros hijos historias como en los cuentos: "Había una vez un país..."

De la película Underground (1995)
Escrita por Dušan Kovačević. Dirigida por Emir Kusturica.

viernes, 25 de febrero de 2011

Todo lo que solíamos ser (reeditado)

Cuando tenía 15 años tuve mi primera novia. Es decir, mi primera novia seria. Se llamaba Laura y no teníamos absolutamente nada en común. Me cago de risa cuando me acuerdo de ella. Era alta, muy alta y delgada, cabello lacio obscuro, gran cuerpo, poco cerebro. Tenía una afición enferma por Harry Potter: libros, películas, todo relacionado a ese cabrón. Laura. Me cago de risa.

No podría explicar porqué duramos tanto, casi 2 años y medio. Casi toda la preparatoria. Ni yo mismo lo entiendo. Bueno sí... quizá sí. Los dos quedamos apendejados por las mieles prematuras del amor, y claro, las del sexo (muy importante, quizá la más importante de todas). Tuvimos sexo a los nueve meses de novios. Ambos teníamos 16, ambos éramos torpes e inexperimentados y ambos sentimos dolor y después, placer. Dolor y placer. 

Así fue como nos enamoramos. Creíamos estar enamorados; lo repetíamos tanto como si de alguna manera el decir las palabras una y otra vez hiciera que fuera cierto. La verdad es que yo nunca la amé. No sé si ella alguna vez lo hizo, lo único que sé es que yo no, hasta ahora me doy cuenta. Éramos jóvenes, estúpidos, celosos, irresponsables.

Acabamos la preparatoria y ella se fue de la ciudad pero quería que continuáramos nuestra relación. Duramos dos meses a distancia, hasta que un puente ella regresó y salimos a cenar. Le dije que no estábamos yendo a ningún lado. Lloró. Fue en un restaurante de comida italiana muy romántico.

Muy poco después de eso me enteré que ella ya tenía otro novio y que se iría a Francia a "estudiar". Cuando regresó de Europa se había convertido en una espléndida puta de tiempo completo. Quiso que nos viéramos para platicar y tomar café. Accedí. Toda la noche estuvo insinuándoseme pero me negué, le dije que yo tenía novia. Después de eso dejamos de vernos y de compartirnos nuestras respectivas vidas.

Esa era mi segunda novia, Sofía. Yo tenía 19 y ella 17. Era todo lo contrario a Laura: Pequeña, tez blanca, cabello castaño. Nos conocimos en la universidad cuando yo también emigré de la ciudad. Nos besamos en un billar, semi-embriagados y casi terminamos fajando. Ella era aficionada al cine y al café. Hablábamos horas de libros, de música, visitábamos con frecuencia la Cineteca. Al principio fumábamos pero como ambos teníamos asma, lo dejamos juntos. Nos gustaba fumar mientras tomábamos café que preparábamos en mi casa. Ella me enseñó que el sedimento que se queda en el filtro de la cafetera se llamaba borra, y que sirve como fertilizante. Fue lo que usamos para hacer crecer unas plantas que compramos en el mercado de la colonia. Pero después, un día mientras lavaba los platos, ella rompió sin querer la cafetera y no hubo más café.

Duramos un año. Durante ese tiempo compartimos infinidad de cosas. Le escribí cientos de historias y cuentos. No teníamos sexo, hacíamos el amor, (al menos lo intentábamos). Ella había tenido relaciones con más personas que yo lo cual siempre me generó conflicto. Era celosa e inmadura, cualidades que por más que la amaba, me frustraban y que hacían que, en secreto, deseara que algún día cambiara. La llevé a conocer a mi familia, a mis amigos. Conoció mi ciudad, mis lugares, mi pasado. Ambos tuvimos errores, errores mortales. Creo que nunca nos dimos cuenta del daño que nos hicimos involuntariamente. Terminamos y nunca nos volvimos a hablar. Hasta la fecha la veo caminar por la escuela siempre con su nuevo novio de la mano. Todavía leo su blog. Todavía leo mis entradas dedicadas a ella. A veces me sorprendo a mí mismo extrañándola más de lo que aceptaría. Muy poca gente realmente supo cuánto la amé.

Ahora a los 21, tengo mi tercera novia. Su nombre es Ana. Tiene unos ojos enormes y redondos como la luna, la cual me ha dicho le agrada bastante. Todavía es muy temprano para haber descubierto esos pequeños detalles del otro que usualmente nos fascinan. Sin embargo, trato de llenar los espacios vacíos con suposiciones mías y me pregunto qué tipo de música le gustará. Qué tipo de comida será su favorita. Si es comunista o bipolar, si presenta estrés post-traumático, si lee mucho o poco. Quizá le guste Cortázar o Rulfo y hable francés y rara vez bese con la lengua o duerma con velas encendidas porque hasta un punto, aún le tema un poco a la obscuridad. Quizá bailar sea su adicción, lo cual sería desafortunado porque soy un asco para bailar. Y tal vez no le guste mucho el cine, tal vez prefiera el teatro, lo cual sería excelente ya que también soy un idiota en ese arte y me encantaría incluirme en sus causas y sus efectos. Y no sé, quizá algún día hasta llegáramos a sentir que somos las únicas dos personas en el planeta y nos demos miedo mutuamente y nos dé miedo lo que eso signifique. No sé, cosas así.

Pero constantemente tengo recuerdos de mis antiguos amores y siento como si de alguna forma estuviera siendo infiel. A veces quisiera no hacerlo, no pensar tanto en ellas porque no estoy seguro de que ellas hagan lo mismo. Me mata la curiosidad gran parte del tiempo el preguntarme si  me regresarán el acto. Me gusta creer que sí, aunque en el fondo sé que es muy improbable.

El otro día un maestro comentó en clase que pese a lo llegamos a creer a ratos, todo era posible, incluso amar a una persona. Lo chistoso es que lo dijo con tanto desdén, como si se tratara de lo más maniático e improbable que pudiéramos cometer.

No sé a cuántas personas haya yo amado. Sé que son pocas y que probablemente falten muchas. Es por eso que creo que en terrenos del amor, nadie nunca llega a decidir nada, son las posibilidades de la lógica las que inadvertidamente retan a lo absurdo del sentimiento y que, por obvias razones siempre se impone lo irracional que resulta amar a alguien. Pienso en todo eso y me gusta creer que aquella frase es cierta y que hasta lo más imposible como el amor, sucede, ya que necesitamos de esa locura, y si pudiera controlar algunas cosas pediría que no olvidáramos esos lugares comunes que tuvimos con esas personas, como Laura con sus libros, Sofía con su humo y su cigarro y Ana con sus hermosos ojos de luna.

A veces tengo tantas cosas en la cabeza que no sé qué pensar. De alguna manera sigo firme en dejar ir esas historias previas, poco a poco, tratar de no aferrarme a ellas por vías como la amistad o la cordialidad. Simplemente dejarlas ir. Pero luego me llega esta incontenible necedad y me vienen historias y momentos de Laura, Sofía o Ana y entonces pienso y me convenzo de que todas esas personas que estuvieron y se fueron siguen funcionando en algún nivel muy profundo dentro de nosotros, como la borra del café, esperando algún día ver florecer nuevas cosas.

martes, 25 de enero de 2011

The Art of Drowning


I wonder how it all got started, this business
about seeing your life flash before your eyes
while you drown, as if panic, or the act of submergence,
could startle time into such compression, crushing
decades in the vice of your desperate, final seconds.

After falling off a steamship or being swept away
in a rush of floodwaters, wouldn't you hope
for a more leisurely review, an invisible hand
turning the pages of an album of photographs-
you up on a pony or blowing out candles in a conic hat.

How about a short animated film, a slide presentation?
Your life expressed in an essay, or in one model photograph?
Wouldn't any form be better than this sudden flash?
Your whole existence going off in your face
in an eyebrow-singeing explosion of biography-
nothing like the three large volumes you envisioned.

Survivors would have us believe in a brilliance
here, some bolt of truth forking across the water,
an ultimate Light before all the lights go out,
dawning on you with all its megalithic tonnage.
But if something does flash before your eyes
as you go under, it will probably be a fish,

a quick blur of curved silver darting away,
having nothing to do with your life or your death.
The tide will take you, or the lake will accept it all
as you sink toward the weedy disarray of the bottom,
leaving behind what you have already forgotten,
the surface, now overrun with the high travel of clouds.
Billy Collins. Del libro de poemas epínome The Art of Drowning.

domingo, 16 de enero de 2011

martes, 11 de enero de 2011

Todo lo que solíamos ser

Cuando tenía 15 años tuve mi primera novia. Es decir, mi primera novia seria. Se llamaba Laura y no teníamos absolutamente nada en común. Me cago de risa cuando me acuerdo de ella. Era alta, muy alta y delgada, cabello lacio obscuro, gran cuerpo, poco cerebro. Tenía una afición enferma por Harry Potter: libros, películas, todo relacionado a ese cabrón. Laura. Me cago de risa.

No podría explicar porqué duramos tanto, casi 2 años y medio. Casi toda la preparatoria. Ni yo mismo lo entiendo. Bueno sí... quizá sí. Los dos quedamos apendejados por las mieles prematuras del amor, y claro, las del sexo (muy importante, quizá la más importante de todas). Tuvimos sexo a los nueve meses de novios. Ambos teníamos 16, ambos eramos torpes e inexperimentados y ambos sentimos dolor y después placer. Dolor y placer.

Así fue como nos enamoramos. Creíamos estar enamorados; lo repetíamos tanto como si de alguna manera el decir las palabras una y otra vez hiciera que fuera cierto. La verdad es que yo nunca la amé. No sé si ella alguna vez lo hizo, lo único que sé es que yo no, hasta ahora me doy cuenta. Eramos jóvenes, estúpidos, celosos, irresponsables.

Acabamos la preparatoria y ella se fue de la ciudad pero quería que continuáramos nuestra relación. Duramos dos meses a distancia, hasta que un puente ella regresó y salimos a cenar. Le dije que no estábamos yendo a ningún lado. Lloró. Fue en una restaurante de comida italiana muy romántico.

Muy poco después de eso me enteré que ya tenía otro novio y que se iría a Francia a "estudiar". Cuando regresó de Europa se había convertido en una espléndida puta de tiempo completo. Quiso que nos viéramos para platicar y tomar café. Accedí. Toda la noche estuvo insinuándoseme pero me negué, le dije que yo tenía novia. Después de eso dejamos de vernos y de compartirnos nuestras respectivas vidas.

Esa era mi segunda novia, Sofía. Yo tenía 19 y ella 17. Era todo lo contrario a Laura: Pequeña, tez blanca, cabello castaño. Nos conocimos en la universidad cuando yo también emigré de la ciudad. Nos besamos en un billar, semiembriagados y casi terminamos fajando. Ella era aficionada al cine y al café. Hablabamos horas de libros, de música, visitábamos con frecuencia la Cineteca. Al principio fumábamos pero como ambos teníamos asma, lo dejamos juntos. Nos gustaba fumar mientras tomábamos café que preparábamos en mi casa. Ella me enseñó que el sedimiento que se queda en el filtro de la cafetera se llamaba borra, y que sirve como fertilizante. Fue lo que usamos para hacer crecer unas plantas que compramos en el mercado de la colonia. Pero después, un día mientras lavaba los platos, ella rompió sin querer la cafetera y no hubo más café.

Duramos un año. Durante ese tiempo compartimos infinidad de cosas. Le escribí cientos de cartas e historias, cuentos. Hacíamos el amor. Ella había cogido con más personas que yo, lo cual siempre me generó conflicto. Era celosa e inmadura, cualidades que por más que la amaba, me frustraban y que hacían que, en secreto, deseara que algún día cambiara. La llevé a conocer a mi familia, a mis amigos. La llevé a conocer mi ciudad, mis lugares, mi pasado. Ambos tuvimos errores, errores mortales. Creo que nunca nos dimos cuenta del daño que nos hicimos involuntariamente. Terminamos y nunca nos volvimos a hablar. Hasta la fecha la veo caminar por la escuela siempre con su nuevo novio de la mano. Todavía leo su blog. Todavía leo mis entradas dedicadas a ella. A veces me sorprendo a mí mismo extrañándola más de lo que aceptaría. Muy poca gente realmente supo cuánto la amé.

Ahora, a los 21, tengo mi tercera novia. Su nombre es Ana. Tiene unos ojos enormes y redondos como la luna, la cual me ha dicho le agrada bastante.

Constantemente tengo recuerdos de mis antiguos amores y siento como si de alguna forma estuviera siendo infiel. A veces quisiera no hacerlo, no pensar tanto en ellas porque no estoy seguro de que ellas hagan lo mismo. Me mata la curiosidad gran parte del tiempo el preguntarme si  me regresarán el acto. Me gusta creer que sí, aunque en el fondo sé que es muy improbable.

El otro día estaba viendo un cortometraje muy bueno en el que leí la frase: "Toda mi vida he creído que todo es posible, incluso amar a una persona."

No sé a cuántas personas haya amado. Sé que son pocas y que probablemente falten muchas. Es por eso que creo que en terrenos del amor, nadie nunca llega a decidir nada, son las posibilidades de la lógica las que inadvertidamente retan a lo absurdo del sentimiento y que, por obvias razones siempre se impone lo irracional que resulta amar a alguien. Pienso en todo eso y me gusta creer que la frase es cierta y que hasta lo más imposible, como el amor, sucede, ya que necesitamos de esa locura, y si pudiera controlar algunas cosas pediría que no olvidáramos esos lugares comunes que tuvimos con esas personas, como Laura con sus libros, Sofía con su humo y su cigarro y Ana con sus hermosos ojos de luna.

A veces tengo tantas cosas en la cabeza que no sé qué pensar. De alguna manera sigo firme en dejar ir esas historias previas, poco a poco, tratar de no aferrarme a ellas por vías como la amistad o la cordialidad. Simplemente dejarlas ir. Pero luego me llega esta incontenible necedad y me vienen historias y momentos de Laura, Sofía o Ana y entonces pienso y me convenzo de que todas esas personas que vienen y van, que estuvieron y se fueron siguen funcionando en algún nivel muy profundo dentro de nosotros, como la borra del café, esperando algún día ver florecer nuevas cosas.