jueves, 31 de enero de 2008

El hombre que perdió su sombra


Déjame contarte una historia:
Se titula “El hombre que perdió su sombra.”

Se cuenta en algunos rincones del mundo que hace ya mucho tiempo, existió una vez un hombre igual a ti y a mí, que poseía una sombra, como tú y como yo.
Sin embargo, éste hombre era diferente a su manera, y por tanto, su sombra era diferente también.
Este hombre era un hombre solitario. No tenía a nadie en el mundo y vivía una vida vacía y triste. Su única compañía era su sombra y por tanto era su único amigo. El hombre, cuyo oficio era escribir, solía contarle grandes cuentos y leyendas. Todas las noches prendía una vela y le narraba una historia nueva. Se dice que de tantos relatos, la sombra llego a medir casi el doble de la estatura del hombre.

Pero un día algo terrible sucedió. Una mañana, despertado por la luz del sol, el hombre se dio cuenta que su sombra ya no estaba. Había desaparecido. Inmediatamente el hombre se dispuso a buscarla. Recorrió toda la ciudad en busca de ella, preguntando a cada persona que encontró, sin conseguir respuestas.
-"Disculpe" decía el hombre. "Ando buscando algo muy valioso."
A lo que la gente respondía:
-"¿Que es lo que buscas, joven?"
-"He perdido a mi sombra." les contestaba, desconsolado.

Después de muchos años de buscar a su compañera, el hombre murió triste y solo. Fue enterrado a lo alto de una colina y su tumba nunca fue visitada. Sin embargo, se dice que si recorres aquel viejo cementerio, aún puedes ver la enorme sombra rondando la tumba de su antiguo dueño. Y si sabes escuchar, puedes oír en el viento a la sombra susurrando los mejores cuentos que la humanidad ha oído.

Ahora, ¿por qué crees que el hombre perdió su sombra?
El cuentista le contaba grandes historias y cuentos a la sombra. La sombra, siendo parte de él, quiso conocer todos esos magníficos lugares y hacer lo que el cuentista nunca pudo lograr. La sombra había crecido gracias al cuentista, alimentó sus sueños. Sin embargo, el cuentista se había encerrado en su mundo de soledad y nunca supo seguir adelante. Finalmente, la sombra al sentir que el cuentista había muerto, regresó con él, a hacer lo que una vez el cuentista había hecho con ella; a ser su compañía eterna y a contarle cuentos e historias cada noche bajo la luz de la luna.