miércoles, 5 de octubre de 2022

Slow motion


Es la quinta noche seguida que llega apestando a cigarro.
Se cree el muy cauteloso. Idiota.
Aunque destraba la puerta con sorprendente agudeza, un perfecto sigilo
y cuelga silenciosamente su copia en el portallaves que lee:
"AQUÍ ESTÁN LAS PINCHES LLAVES"
(Realmente pensé que ese chiste duraría mucho más tiempo)
para el momento en el que llega al pasillo 
el olor a vodka es más que notorio.
Prosigue a desnudarse en el estudio y es como si el cuarto se hubiera tragado un huracán;
aventando zapatos, playeras y carteras por doquier. 
Solo para acostarse ladinamente en su sección helada de la cama.
Rueda, rueda, rueda hasta que los primeros fotones
se asoman con disidia por la persiana.
Su nariz escurriendo mucosa, sus párpados tratando de cerrarse 
y ese triste olor a mediocridad y desesperación
que se pega a la almohada y se mezcla con nuestros sueños regurgitados.

Me pregunto cuántas noches habremos jugando a hacernos los dormidos.
Tratando de engañarnos mutuamente.
Pensando: "no pasa nada, todo está bien. Se va a solucionar tarde o temprano".
Como se hace con todos los problemas. Como lo hacen todos los noviazgos.
Una relación sólida, hecha del fuerte material de la rutina.*

La vida es aburrida, pero podría ser peor y podría ser mejor. Aceptamos que una corporación determina las rutinas de nuestra vida. Es la compensación para que no tengamos que ser personas creativas crónicamente desempleadas y lo sabemos. Cuando éramos más jóvenes, al menos aparentábamos no dejarnos pisotear y subliminalmente dejábamos copias de "Steal this Book" de Abbie Hoffman en nuestros escritorios. Pero después de algunos años, simplemente ya no nos importa. Buscas la casual descarga de adrenalina en la forma de ver porno en la oficina y la consecuente escapada al baño para masturbarte. Descargas música y películas en las computadoras de la oficina, rezando que un troyano se infiltre y haga implotar a la agencia pero los milagros no existen. Llega un nuevo proyecto, luego sufre una asfixia en cámara lenta a manos de las juntas con los Business Partners. Todas las ideas se sienten mortinatas.
El aire huele a quinientas hojas de papel. Y luego es otro día. Otra noche de vodka.

A veces veo a Eduardo y pienso en esa canción de St. Vincent 
(Annie Clarke en ese entonces) que dice:

Count your blessings on this table one by one 
Count your fingers on your hands, make two by two 
Count your saviors, thank them graciously 
Count me among them, you can count on me 
Please, please, count on me.

Esta es mi última noche en esta cama. En este cuarto, en este departamento. 
He estado tratando de determinar con precisión donde fue exactamente que todo se rompió
pero no lo encuentro. ¿Acaso tú sabes?
Supongo que no fue un "cuándo" más que un "cómo"
pero ya es tarde y no tengo las fuerzas ni las ganas de seguir buscando trufas.
Y ya no quiero pasar otra noche esperando, pensando en si hoy sí lo va a atropellar el Metrobús,
pedaleando alcoholizado a las tres de la mañana, con perico deshidratado en las narices
y la sonrisa de un hombre que se ha rendido
pintada a través de su cara, apenas visible entre lágrimas.
Siento como si se me clavaran agujas en los ojos cuando lo veo destruirse así.

If you could see what I see.
Wrapped up in your beauty.
If you could see what I mean.

You're just high, baby.
Slow motion.
Smile at me, you're so high, baby.

Adiós, Ed.
Yo sí pensé que podríamos ser muy felices juntos. 
Realmente lo pensé. 

*Frase de Los Simpsons.

jueves, 26 de agosto de 2021

Lo mejor que he escrito

Estamos en el pasado, hace tres millones de años, en la era glacial del Pleistoceno. Desde entonces, miles de condiciones climáticas conspiran para darle vida a un Mar que no pidió nacer. 

Henos aquí; es el presente y seguimos siendo testigos de ese pequeño error de cálculo que hace más de
cien años desencadenó una aventura geológica de ridículas proporciones. Y somos felices. 

Es el futuro. Todavía no sabemos qué va a pasar. Quiero creer que podremos con lo que sea que se nos ponga enfrente. Nos adaptaremos. Y se verá tan bello este momento, como siempre se había visto. Como Santa Anna y el Salton. Como cuando éramos niños y volábamos papalotes a la orilla del mar y todos convergíamos en una breve, muy breve eternidad.

miércoles, 16 de junio de 2021

Breves recortes de nuestra insípida generación #1


¿Qué mierdas nos pasa?
Otro viernes olvidado.
Afuera, las calles incendiadas, revolcadas de vulgar indignación.
Respuestas pendejas a provocaciones igual de pendejas.

Ayer brincamos y rebotamos en los pasillos de un karaoke koreano
mientras forzamos cantidades extremas de dinero en los bolsillos
de unos genios que hicieron comestibles
las peticiones millennials de estos mamadores políticamente correctos.
Treinta gargantas saturaban los micrófonos del establecimiento
al ritmo de canciones de reggaeton -nuevas y viejas-
que deprimirían al más nihilista de los individuos.
¿Cuántos años tenemos? ¿Diecisiete?

Esta lucha fugazi, sus protestas de peluche
y sus cánticos de papel.
Es la generación del Lorem Ipsum.
Aquí lo que importa no es el fondo, es el ¡VÉANME, VÉANME, VÉANME!
Somos el placeholder de una ideología que aún no ha llegado.
Y hondeamos con orgullo la bandera de este movimiento
que sus Instagram y sus Tik Toks no sería nada.
Lo visual es lo único que tienen que ofrecer.

A veces me acuesto en el techo de mi apartamento y me río 
de todas nuestras pequeñas y tristes ambiciones.
Otras veces, pienso que no extrañaría mucho este plano.
Pero supongo que estamos demasiado conscientes de nuestro pulso,
nos aterra dejar de sentirlo y nos da, -oh, demasiada lástima- 
concebir un mundo sin nosotros, sin nuestra preciada unicidad e irrepetibilidad.

Así que, sí, de alguna manera supongo que todavía tenemos siete años.



domingo, 29 de septiembre de 2019

Lucía, Lucía

Me encanta que hablemos indirectamente, Lucía. De otro modo no podría expresarte todo lo que me gusta expresarte y tal vez tú te hartarías de mí; siempre queriéndote dar consejos, siempre queriendo creer que te comprendo pese a los años que nos separan. Pero no puedo evitarlo, tienes un hermano rarísimo con un hábito estúpido de escribir cartas ficticias que no llegan nunca a su destinatario. Hay aquí un baúl repleto de correspondencia fantasma atrasada. Algún día nuestro cartero cobarde regresará (espero) y cumplirá su labor postal y encontrarás tu buzón repleto y te reirás muchísimo de mí y yo también estallaré en carcajadas.

Sometimes I don't know where this dirty road is taking me
Sometimes I can't even see the reason why
I guess I keep on gamblin', lots of booze and lots of ramblin'
Well, it's easier than just a-waitin' 'round to die
Well, it's easier than just a-waitin' 'round to die


A menudo me sorprendo a mí mismo pensando en cómo habrían sido tus últimas horas. Sé qué nada bueno puede salir de ello pero no puedo evitarlo. Es una obsesión, una enfermedad. Una adicción a querer cambiar de lugares. Quisiera haber sido yo el que brincó del techo y tú la que permanece aquí un sábado por la noche forzando cantidades extremas de vodka a tu estómago -despegada del mundo- pero presente. Hubo tanto que te faltó conocer. No pretendo engañarte, gran parte era una maldita miseria, un sufrimiento aún más prolongado pero no sé, quiero creer que entre toda esa mierda de vez en cuando algo puro y noble se asomaba y hacía que todo esto valiera la pena.
Quiero creer.

I tried to kill the pain, bought some wine 
And hopped a train 
Seemed easier than just waitin' around to die

Pero ahora que estás allá y yo sigo por estos rumbos sucede que me acuerdo de ti de vez en vez cuando escucho alguna canción. En música nunca cuadraremos, estoy seguro, sabes cuánto odio tus bandas y tú las mías. Y sin embargo, llega a mi mente una imagen de ti. Escuchando a Townes Van Zandt (como si te gustara el folk), acostada sola en tu habitación con un nudo en la garganta. Una densa capa de humo, combinada con la fría lluvia de septiembre empaña tus ventanas, mientras afuera tus compañeros de cuarto aúllan, tiran muebles por la ventana. Y tú con las mejillas empapadas, empujas más THC a tus pulmones. Subes el volumen.

Now I'm out of prison
I got me a friend at last
He don't drink or steal or cheat or lie
His name's Codine
He's the nicest thing I've seen
Together we're gonna wait around and die
Together we're gonna wait around and die


Cinco años y contando.
La aguja sigue cavando surcos en nuestros viniles, el perico carcomiendo mis fosas nasales.
Conmiseramos, conmiseramos.
Esperando una señal, un milagro salir de ningún lado.
Como si al tiempo le importara un carajo.
¿Será esta nuestra canción de ahora en adelante?

Escríbeme pronto, ¿sí? Te extraño, realmente te extraño. A veces hasta te envidio. Tú en silencio y nosotros aquí gritando, tropezándonos con el dolor, arrastrando la poca cordura que nos queda y aferrándonos con uñas y dientes a esta idea retorcida de esperanza como si colgáramos de un precipicio. Todos siguen hablando de tu sonrisa. La familia la recuerda constantemente, siempre está presente. A veces siento que todos la vemos tan clara, casi la podemos tocar con la punta de los dedos. Pero otras, parece que huyera por eones y no podemos ver ni la sombra de su sombra. Su rastro es tenue, se ha borrado de la faz de la tierra.

sábado, 8 de junio de 2019

Youth

Me gusta pensar que aquel día estabas conmigo de alguna manera;
hermosamente secuestrando mi conciencia.
Respirabas a través de mi piel.
Cumpliendo tu parte de los acuerdos que nunca firmamos.

Con un chasquido estamos de regreso en esa fiesta.
Perdidos entre ejércitos rojos de plástico desechable,
Su encantador océano de ginebra,
y la clienta/el jefe/el becario bajo el brazo.
All Under One Roof Raving.

Revivo cómo damos el golpe;
-amargo, frío, punzante -
y está hecho.
No hay más que pensar.

Cierro los ojos, temblando, se me entume la boca.
Mi cerebro es una coctelera ríspida,
agita indiscriminadamente los ingredientes que trajimos a la barra.
Entretanto, cada célula en mi cuerpo
despierta de su estado catatónico.
Percibo el más mínimo ápice de curiosidad saciado.
Todo rincón de mi ser se ve triunfal.
Estamos ahora un paso más cerca de la vida que nos quisieron ocultar.
Versión que no nos dieron siquiera la oportunidad de rechazar.
Esa horrible alternativa que fue negada a priori,
ignorando nuestra necesidad de equivocarnos.
De aprender.

PAUSA.

Sigues aquí, siempre has estado aquí.
Te pierdo por momentos pero reacciono -tal vez/siempre un poco tarde-
(l get it!) y caigo rendido.
Me someto a tu designio.
Un fuego roto recorre mis fosas nasales pero sigo sonriendo.
La palma se convierte en puño, se comprime la quijada.
Tengo la furia de toda la humanidad guardada en el bolsillo, esperando.
La lengua afilada, lista para perforar.
Y mientras ignoro las grandes interrogantes, las cuestiones más estúpidas y cruciales,
siento cómo nuestra juventud perdida
se desangra majestuosamente sobre mí.