-¿Cuál es tu más viejo recuerdo?-
-¿Cómo?-
-Sí, tu primera memoria... lo más viejo que recuerdas.-
-Tenía dos años. Mi mamá trataba de arrullarme entre sus brazos pero no dejaba de llorar.
Sus lágrimas me caían en los ojos y no podía dormir. Ella esperaba, observando la puerta.-
Afuera, un cielo deslavado y etéreo. Adentro, recostados en la cama, leyendo el periódico, dos delatores conjugan lejanías.
-¿Tu primera mascota?-
- Un pez. Se llamaba Jimmy. Me lo gané en una rifa en la fiesta de mi mejor amiga. A las dos semanas me aburrí de él porque era muy silencioso, no podíamos platicar de nada. Terminé regalándoselo a mi amiga.-
-¿Hay algo de lo que te arrepientas mucho?
-¿De cuando era niña?
-Sí, bueno, de la adolescencia, o lo que sea.... alguna persona a que hayas tratado mal, alguna oportunidad que dejaste pasar. No sé, estoy pensando en voz alta.-
-¿Tú?-
-Sí, un amigo. Bueno, de hecho, varios. En la secundaria, una vez le jugué una broma muy pesada a uno de mis mejores amigos. Hice creerle que una tipa por la que todos babeábamos andaba por él. Hasta se le declaró y toda la cosa. Fue horrible, pobre tipo acabó llorando.-
-¿Y el otro?-
-¿El otro qué?-
-El otro amigo. Dijiste que eran varios.-
-Ah, sí. En la prepa. Se apellidaba Melo, imagínate... el apellido más albureable del mundo. Era un muy buen amigo, nos llevábamos bien. Pero sentía que me idolatraba de más. Como si me admirara o algo, me daba la razón en todo, me seguía a todos lados.
-¿Y qué pasó?-
-Empecé a tratarlo mal para ver si así se arreglaban las cosas. Terminé alejándolo. No estuvo bien.-
-Suena a algo que yo hubiera hecho también. No funciono cuando alguien espera mucho de mí. Mi primer novio fue así, me quería mucho, cuidaba de mí... me escuchaba. Pero realmente nunca pude quererlo como él me quería. Me fui separando de él. Lo lastimé aunque traté de hacerle ver que era por su propio bien. No me merecía. De ahí en adelante, me odió y nunca me volvió a dirigir la palabra.-
Una suave brisa se escabulle por la ventana entrecerrada y estremece los cuerpos desnudos de los confidentes, quienes se refugian bajo un viejo cobertor. Se acarician y se encuentran en la obscuridad indescifrable del manto.
-Me acuerdo de que antes de que se divorciaran, mi papá solía dejarme mensajitos escondidos. Los escribía en un papel y los aventaba a mi cuarto en forma de avioncito para que yo los encontrara a veces hasta muchos días después. Habían unos muy chistosos que decían algo como:
¡BAJA LA ROPA SUCIA ANTES DE QUE TU MAMÁ SE ENOJE Y TE CASTIGUE! APROVECHA AHORITA QUE ANDA VIENDO LA NOVELA.
-O luego acomodaba los imanes en forma de letras del refrigerador cuando tenía examen. Ponía:
¡SUERTE, MATILDA! SI SACAS 8 O MÁS TE COMPRO UN LITRO DE HELADO PARA TI SOLITA.
- También cuando algo salía mal:
ALERTA ROJA, ALERTA ROJA. MAMÁ NOS CACHÓ. SI PREGUNTAN, TÚ NO ME CONOCES.
ES MÁS, NUNCA NOS HEMOS VISTO Y EL PARECIDO FÍSICO ES MERA COINCIDENCIA.
-Tu papá suena a que fue un papá poca madre.-
-Sí, lo fue...-
-¿Y cómo fue tu primera vez?-.
-No voy a hablar de eso contigo, Joel.-
-¿Por qué no?
- Por que no, no creo que te encante la anécdota. Además esas cosas son privadas.
-Tú sabes cómo yo perdí la mía.-
-Tú me dijiste.-
-¡Tú me preguntaste!-
-Pues, ¿para qué me contestas?-
-Eres increíble.-
-Si te digo te enojarás.-
-Dime. Quiero saberlo todo de ti, aunque me enoje.-
-Joel, no me gusta pensar en eso por que sé que no puedo cambiar nada. No fue como la quise tener y no puedo hacer que estés ahí. ¿Es eso lo que querías escuchar?
-No, no es eso.
-¿Entonces qué? ¿Qué tiene de especial la primera vez?
-No sé...¡todo! La primera vez es la primera vez. Es de esas cosas que jamás se olvidan.
-¿En verdad crees eso?-
-Sí. -
Ella recuesta su cabeza en el pecho de él. Sus manos buscan las de su cómplice, se estrechan e intentan abarcar la totalidad de su palma pero resultan diminutas.
-¿Y la última?-
-¿Qué cosa?
-La última vez.-
-¿Qué hay con ellas?-
-También son importantes.
-Sí pero.. supongo que nunca sabes cuándo va a ser la última hasta que ya es demasiado tarde.
Silencio. El cielo deslavado y etéreo y el viento que sigue soplando.
-A veces sí sabes. No sé cómo pero.. lo sabes.-
Doblando una hoja del periódico, Matilda forjando un avioncito. Aventándolo a algún rincón del cuarto, quizá para ser descubierto siglos después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario